lunes, enero 21, 2008

Duelos

Tu referencia a los duelos me ha motivado porque me he visto reflejada en muchos aspectos. He visto pasar mis duelos por delante, como la película de mi vida... y me he dado cuenta de un factor común y que puede ser la causa de que haya tardado siempre tanto en dejar las cosas atrás, en superar mi duelo.

En mi duelo más corto, sí hubo un preduelo, cuya exteriorización vino marcada por una frase, pero en ninguno de mis duelos ha existido el enfrentamiento. Dicen que "para una buena elaboración y superación del duelo no es aconsejable querer huir de esas sensaciones de dolor, pues no se pueden enfrentar si no se sienten". Sin ese enfrentamiento es difícil superarlo... Desde luego, más lento es, sí. En mi afán por no enfrentarme a las cosas, a los sentimientos, a los pensamientos, a las personas, me he callado y tragado tantas otras que, con el tiempo, he sabido que era justo decir. Con la distancia sí he llegado a ese recuerdo de cariño... por eso sé que aún tengo un duelo por concluir. Un sustituto del enfrentamiento es el tiempo (muuuuucho tiempo), y ese es mi método de siempre y de este caso, porque al fin y al cabo, éste es un caso más... Ya se sabe que El tiempo todo lo cura (El tiempo locura todo ).

Conozco también un caso de duelo patológico que ha derivado en problemas más o menos del mismo orden de magnitud... pero esa es otra historia que probablemente nunca llegue a contar aquí.

De esta reflexión debería salir otro propósito de enmienda: "No evitar el enfrentamiento". Pero no quiero prometer nada, porque quien promete, se compromete, y no pienso hacerlo. Es lento y doloroso, pero mi método de caminar muy muy muy lejos, hasta que al mirar atrás sólo vea un punto en el horizonte que se confunde con el paisaje y que, una vez pierdes de vista un instante, no lo vuelves a localizar, es sin embargo efectivo y va más con mi estilo. Los enfrentamientos me despiertan sentimientos de culpabilidad, porque nunca soy capaz de juzgar la justicia de mis palabras o de mis actos. Y si con el tiempo me arrepiento de no haber sido injusta a propósito porque la otra persona se lo merecía, me aguantaré, apechugaré y seguiré adelante con mi conciencia tranquila y mi anticonciencia incordiando (ay, pardilla, tendrías que haberte vuelto esa mañana a casa y dejar que se despertara sólo en la habitación del hotel...). Pero es que, señores, la maldad no es mi estilo, y para manejarla tendría que hacerme un Propósito de Maldad que, francamente, le sobra al mundo (aunque me falte a mí). Me sacrificaré por el bien común.

1 comentario:

Lilith dijo...

Hm, me ha encantado la reflexión final... pero me ha preocupado, porque yo debo tener una vena perversa... o quizá tú tienes mis buenos instintos y yo los tuyos malos... Tanta catársis juntas no podía llevar a nada bueno. Es como una peli de esas en las que se intercambian las personas, sólo que más creíble.
En cualquier caso, me convertiré en flagelo de impresentables en tu nombre y en el de todos aquellos que tienen paciencia.
Sí, tenías que haberte ido esa mañana. O mejor, haberle dicho: sé que estás mintiendo, bájate. Pero no habrías sido tú.
MMB